Es inevitable, es empezar a hacer deporte y que nos aumente el apetito.
Estas súper contenta porque has conseguido llevar una vida más activa e incluso te has apuntado al gimnasio pero CHAN, CHAN!!! llegas a casa y te zampas la nevera.
Es normal, al aumentar la actividad física, aumenta el consumo de calorías y en consecuencia tu cuerpo pide más nutrientes.
Pero ojito no siempre tener hambre significa necesitar comer.
La doctora Jan Chozen Bays, pediatra de Harvard y conocida por su libro "Comer Consciente: Una guía para redescubrir una relación sana y alegre con los alimentos" identifica 7 tipos de hambre.
Aprende a reconocerlos y llevarás una vida más saludable:
- Hambre de los ojos. Seguro que te ha pasado, acabas de comer y estas llenísima pero te traen la carta de los postres y se te antoja la tarta de chocolate de la foto. Pero si te acabas de zampar un chuletón!!! No dejes que tu vista te engañe.
- Hambre de olfato. Pasas delante de una panadería y mmmmmh!!!! Huele a croissant!!! Y se te escapa un "ay que hambre". Si no la has sentido hasta entonces no es verdad.
- Hambre de boca. Nos gustan las texturas y sabores distintos y los publicistas de las pringles lo saben. El anuncio de una vez que haces pop no hay stop, es la definición gráfica de esto. Te has zampado medio bote de patatas y no puedes parar.
- Hambre de estómago. El típico me rujen las tripas, suele pasar cuando llevas muchas horas sin comer. A no ser que tengas ansiedad deberías comer.
- Hambre de células. Sucede cuando tu cuerpo te pide determinados nutrientes: sal, alimentos con más agua... Por ejemplo en verano siempre apetece más la fruta fresquita que en invierno.
- Hambre mental. Viene dada por aquellas creencias que hemos ido asumiendo a lo largo de los años o aprendiendo. Por ejemplo, hay quien no come pan porque piensa que el pan engorda, entonces nunca tendrán apetito de pan.
- Hambre de corazón. Comer para rellenar un hueco. Seguro que hemos visto todos la película del diario de Bridget Jones cuando se dedica a zampar helado porque han roto con ella. Pues eso es hambre de corazón.
Es importante reconocerlas y saber que el hambre de verdad es la de las células y la del estómago, así que la próxima vez que te dispongas a devorar una tarrina de helado preguntate...¿De verdad tengo hambre?
Hasta la semana que viene y felices agujetas!!!
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